Con un Robben Inspirado Clasifica Bayern
Empecinado en atacar por la derecha para poner en aprietos a Alaba, el Fiorentina sufrió un cortafuegos inesperado: el interior Marchionni, que otorga amplitud porque se grapa a la línea de cal y no recorre metros, escaso de velocidad, que no de regate. La deficiencia la trató de arreglar Vargas en el ala izquierda, una daga por su exquisita zurda que recibió menos balones de los que debía. En el área opuesta percutía Robben, más acertado en las carreras, propias de un velocista jamaicano de 100 metros. El holandés mareó a Felipe, pero, conductor por definición en vez de pasador, se difuminó al siguiente paso, cuando llegaba la ayuda del mediocentro más cercano o del central rival. Hasta que Robben se salió con la suya, como casi siempre.
Oportunista, el conjunto toscano aprovechó las ocasiones que tuvo, los únicos traspiés del adversario. Jovetic recogió un balón en la frontal del área y no se lo pensó dos veces a la hora de soltar un latigazo. Butt, manos de mantequilla, no supo detener el balón o sacarlo por la línea de fondo, así que permitió el rechazo. No lo atendió la zaga bávara, de efectos retardados y poco fina a la hora de recobrar la posición, por lo que Vargas recogió el cuero y lo envió a la escuadra. Ya en el segundo acto, la defensa germana cerró mal y Marchionni cedió el cuero a Gilardino, que, de taconazo y en fuera de juego, lo retrasó para la llegada de Jovetic. Disparo seco, raso y en diagonal para clavar el puñal. Parecía la debacle del Bayern, que también perdió a Mario Gómez por un tirón muscular.
Pero de peores situaciones han salido el equipo y el propio Van Gaal, despedido virtualmente hace unos meses hasta que dieron un severo correctivo al Juventus y superaron la fase de grupos. La tuvo Robben, que se quedó delante de Frey tras romper el fuera de juego. La bola le llegó botando y optó por no domarla. Se desató la zurda y golpeó el cuero. Pero Frey, atento, se inventó una mano de fábula para desbaratar la ocasión. No pudo meterla, sin embargo, a un zapatazo de Van Bommel, que recogió de primeras un pase horizontal de Ribéry. Un hachazo para el conjunto toscano, pero un reto para el montenegrino Jovetic, futbolista de recorrido, fácil asociación, recorte ingenioso y definición punzante.
Con soltura y libertad de movimientos, Jovetic se prodigó por todo el frente de ataque. En una de ésas, cayó a la izquierda, le tiró un pared a Gilardino y, con la zurda, remató a gol. Otro coma inducido al Bayern, que se reactivó con un nuevo zurriagazo, siempre teledirigido por el viento. De Robben, para más señas. El extremo, esta vez sí, desdeñó la opción de recorrer la banda y trazó la diagonal. Se perfiló el balón, levantó la vista, armó la pierna y soltó un obús impulsado por el vendaval que besó la escuadra. Este Bayern, adiestrado por Van Gaal e iluminado por Robben, nunca muere.
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