Mundial Sudafrica 2010: España gana con su estilo de juego
"Había venido de tan lejos para realizar su sueño, que no podía fracasar en su intento de conseguirlo", escribió Scott Fitzgerald en "El Gran Gatsby". La selección española es como ese multimillonario Jay Gatsby, que abandonó su vida de lujo y regresó a sus orígenes para recuperar el amor de su novia de juventud. España nunca ha tenido amor en un Mundial, pero si alguna vez ha estado cerca de conquistar a la chica es ahora. La Selección acudió a Sudáfrica con un único sueño, con sólo un objetivo: ganar el Mundial .
Emprendió el camino al título en sentido contrario, pero supo recuperar la orientación y encontró la senda adecuada. Lo hizo venciendo a Honduras, un combinado menor, de acuerdo, pero tampoco está en el grupo de los elegidos Suiza y el bofetón que se llevó España contra ella fue enorme.
Gastó ese día la Selección su único comodín y acudió a la cita contra los hondureños con la obligación de ganar. Pues venció y lo hizo con una mezcla de estilos. A su estilo, a su idea, al toque, a esa forma de entender este juego que le ha llevado a ser una de las mejores selecciones del mundo, le añadió la verticalidad y determinación que le faltó contra Suiza. Abrió más el campo y resultó una combinación perfecta, que habla muy bien de la riqueza de la Selección que dirige Vicente del Bosque. La Selección supo reinventarse.
Fue la victoria de la reafirmación. Era el partido una prueba de madurez y confianza y España la superó con soltura y personalidad. Más allá del juego, que fue bueno, el choque fue una demostración de carácter y esta selección tiene mucho. Es un grupo ganador, los rivales lo saben y por eso le temen.
No se entiende de otra forma la enorme algarabía que se organizó en la prensa de medio mundo con la derrota frente a Suiza, celebrada como un triunfo propio en países destinados a cruzarse con la Selección en ese vestíbulo de la gloria que son las rondas finales del Mundial. Los rivales saben que España nunca se rinde y para ganarla son ellos los que deben vencerla.
Evidentemente, todas estas conclusiones no se extraen de una simple victoria contra Honduras, por decisivo que haya sido este triunfo. Más importante que eso es que España demostró que nada le hará apartarse de la senda que le ha traído hasta aquí. Como era de esperar, aprovechó Vicente del Bosque la enorme riqueza de la Selección, ese fondo de armario que nadie más tiene, para introducir cambios en la alineación. Salieron Silva y el 'tocado' Iniesta para que entraran Jesús Navas y Fernando Torres.
Dibujó Del Bosque un 4-3-3, con Busquets en el mediocentro y Xavi y Xabi Alonso por delante. Arriba, Navas a la derecha, Villa en la izquierda y Torres en el centro.
El campo fue demasiado ancho para que pudieran defenderlo los hondureños, superados una y mil veces por Villa, que los mareó desde la izquierda. A Navas le costó alejar la timidez, pero cuando lo hizo fue un puñal que atravesó la defensa rival.
A la velocidad a la que se mueve, sólo los elegidos, y él lo es, pueden ser tan perfectos en la ejecución de sus acciones. Todo lo contrario que Torres, el más flojo de España y que falló cuantas ocasiones tuvo.
Demostró que ahora está a otro nivel, a un nivel que no le permite ser titular en la Selección.
El cerebro de la Selección sí funcionó. Disfrutó de la lucidez que se requiere para saber leer el partido en cada zona del campo y en cada minuto de juego. Busquets, Xavi y Xabi Alonso se repartieron metros y funciones. Nunca se estorbaron y dieron una salida limpia y rápida al balón, jugando al primer toque. Ahora jugamos el balón por el centro, luego lo abrimos a las bandas. Mezclando con inteligencia el juego confundieron las ideas de los hondureños.
España comenzó con enorme determinación y convirtió la primera parte en una avalancha de ocasiones que la falta de puntería de Torres impidió que se transformaran en una goleada antes de irse a los vestuarios.
El risueño árbitro japonés Nishimura pasó por alto un claro de penalti de Izaguirre por mano a los tres minutos y poco después no observó un empujón a Ramos dentro del área. Era difícil de ver.
Falló su primera gran ocasión Torres, avisó Villa con un disparo al larguero y cabeceó fuera Ramos cuando lo sencillo parecía marcar. Todo ello en diez minutos. España presionaba y recuperaba rápido, construyendo transiciones rápidas para sorprender a Honduras. El gol fue una consecuencia del juego y no un accidente, como les pasa a otras selecciones de este Mundial. Sucedió apenas superado el cuarto de hora. Fue un golazo, uno de los mejores del torneo. Villa sorteó con habilidad a Mendoza y Chávez antes de poner el balón cerca de la escuadra de Valladares, que se estiró para la foto. Así se alcanzó el descanso, con esa exigua ventaja que no reflejó la enorme distancia que hubo entre las dos selecciones.
España salió adormilada de los vestuarios, pero la pereza se la quitó con un nuevo gol de Villa. Nació de un robo y una contra muy bien llevada por Xavi, que abrió el balón a la banda para que Navas estirara aún más el campo y devolviera la pelota al centro. Allí encontró a Villa, quien definió con fortuna. El balón rozó en Chávez para superar a Valladares y convertirse en el segundo tanto de España.
Para entonces Honduras ya había decidido nadar en mar abierto. Desnudó el centro del campo, del que retiró a Espinoza, y puso un delantero más, Welcome. Nunca se escribió nada de los cobardes, dicen. Se lanzó de forma inconsciente al ataque y España encontró una autopista sin peaje hasta Valladares, sin que esta variante táctica sirviera para inquietar a Casillas, que vivió una noche plácida.
La iniciativa siempre correspondió a España, que aumentó el toque para intentar dormir el partido. Mereció más goles la Selección, pero los goles no se merecen, se marcan, y España malgastó todas las ocasiones que tuvo. La más clara, un penalti que falló Villa. Lo había cometido Izaguirre, el de la mano del inicio, que derribó a Navas. Ya al final, Villa falló otra clara ocasión, después de un gran pase también de Navas. La precisión es lo primero que se pierde cuando se acaban las fuerzas y a España la fuerza le abandonó el último cuarto de hora. Pero incluso en ese espacio, la Selección tuvo ocasiones para marcar.
Con el trabajo ya hecho, aprovechó Del Bosque para dosificar esfuerzos y dar minutos a quienes no los tuvieron el primer día. Cesc, Mata y Arbeloa entraron por Xavi, Torres y Ramos y los dos primeros participaron activamente, con el descaro que les permite su calidad.
Se cerró el encuentro entre ocasiones de España y estériles amagos de Honduras. Jugó bien la Selección, que mereció más goles. Pero pese a todo lo contado, España todavía no ha hecho nada, porque el tropiezo del primer día contra Suiza le obliga a jugarse el pase a octavos contra la auténtica Roja, la Roja de Chile.
Emprendió el camino al título en sentido contrario, pero supo recuperar la orientación y encontró la senda adecuada. Lo hizo venciendo a Honduras, un combinado menor, de acuerdo, pero tampoco está en el grupo de los elegidos Suiza y el bofetón que se llevó España contra ella fue enorme.
Gastó ese día la Selección su único comodín y acudió a la cita contra los hondureños con la obligación de ganar. Pues venció y lo hizo con una mezcla de estilos. A su estilo, a su idea, al toque, a esa forma de entender este juego que le ha llevado a ser una de las mejores selecciones del mundo, le añadió la verticalidad y determinación que le faltó contra Suiza. Abrió más el campo y resultó una combinación perfecta, que habla muy bien de la riqueza de la Selección que dirige Vicente del Bosque. La Selección supo reinventarse.
Fue la victoria de la reafirmación. Era el partido una prueba de madurez y confianza y España la superó con soltura y personalidad. Más allá del juego, que fue bueno, el choque fue una demostración de carácter y esta selección tiene mucho. Es un grupo ganador, los rivales lo saben y por eso le temen.
No se entiende de otra forma la enorme algarabía que se organizó en la prensa de medio mundo con la derrota frente a Suiza, celebrada como un triunfo propio en países destinados a cruzarse con la Selección en ese vestíbulo de la gloria que son las rondas finales del Mundial. Los rivales saben que España nunca se rinde y para ganarla son ellos los que deben vencerla.
Evidentemente, todas estas conclusiones no se extraen de una simple victoria contra Honduras, por decisivo que haya sido este triunfo. Más importante que eso es que España demostró que nada le hará apartarse de la senda que le ha traído hasta aquí. Como era de esperar, aprovechó Vicente del Bosque la enorme riqueza de la Selección, ese fondo de armario que nadie más tiene, para introducir cambios en la alineación. Salieron Silva y el 'tocado' Iniesta para que entraran Jesús Navas y Fernando Torres.
Dibujó Del Bosque un 4-3-3, con Busquets en el mediocentro y Xavi y Xabi Alonso por delante. Arriba, Navas a la derecha, Villa en la izquierda y Torres en el centro.
El campo fue demasiado ancho para que pudieran defenderlo los hondureños, superados una y mil veces por Villa, que los mareó desde la izquierda. A Navas le costó alejar la timidez, pero cuando lo hizo fue un puñal que atravesó la defensa rival.
A la velocidad a la que se mueve, sólo los elegidos, y él lo es, pueden ser tan perfectos en la ejecución de sus acciones. Todo lo contrario que Torres, el más flojo de España y que falló cuantas ocasiones tuvo.
Demostró que ahora está a otro nivel, a un nivel que no le permite ser titular en la Selección.
El cerebro de la Selección sí funcionó. Disfrutó de la lucidez que se requiere para saber leer el partido en cada zona del campo y en cada minuto de juego. Busquets, Xavi y Xabi Alonso se repartieron metros y funciones. Nunca se estorbaron y dieron una salida limpia y rápida al balón, jugando al primer toque. Ahora jugamos el balón por el centro, luego lo abrimos a las bandas. Mezclando con inteligencia el juego confundieron las ideas de los hondureños.
España comenzó con enorme determinación y convirtió la primera parte en una avalancha de ocasiones que la falta de puntería de Torres impidió que se transformaran en una goleada antes de irse a los vestuarios.
El risueño árbitro japonés Nishimura pasó por alto un claro de penalti de Izaguirre por mano a los tres minutos y poco después no observó un empujón a Ramos dentro del área. Era difícil de ver.
Falló su primera gran ocasión Torres, avisó Villa con un disparo al larguero y cabeceó fuera Ramos cuando lo sencillo parecía marcar. Todo ello en diez minutos. España presionaba y recuperaba rápido, construyendo transiciones rápidas para sorprender a Honduras. El gol fue una consecuencia del juego y no un accidente, como les pasa a otras selecciones de este Mundial. Sucedió apenas superado el cuarto de hora. Fue un golazo, uno de los mejores del torneo. Villa sorteó con habilidad a Mendoza y Chávez antes de poner el balón cerca de la escuadra de Valladares, que se estiró para la foto. Así se alcanzó el descanso, con esa exigua ventaja que no reflejó la enorme distancia que hubo entre las dos selecciones.
España salió adormilada de los vestuarios, pero la pereza se la quitó con un nuevo gol de Villa. Nació de un robo y una contra muy bien llevada por Xavi, que abrió el balón a la banda para que Navas estirara aún más el campo y devolviera la pelota al centro. Allí encontró a Villa, quien definió con fortuna. El balón rozó en Chávez para superar a Valladares y convertirse en el segundo tanto de España.
Para entonces Honduras ya había decidido nadar en mar abierto. Desnudó el centro del campo, del que retiró a Espinoza, y puso un delantero más, Welcome. Nunca se escribió nada de los cobardes, dicen. Se lanzó de forma inconsciente al ataque y España encontró una autopista sin peaje hasta Valladares, sin que esta variante táctica sirviera para inquietar a Casillas, que vivió una noche plácida.
La iniciativa siempre correspondió a España, que aumentó el toque para intentar dormir el partido. Mereció más goles la Selección, pero los goles no se merecen, se marcan, y España malgastó todas las ocasiones que tuvo. La más clara, un penalti que falló Villa. Lo había cometido Izaguirre, el de la mano del inicio, que derribó a Navas. Ya al final, Villa falló otra clara ocasión, después de un gran pase también de Navas. La precisión es lo primero que se pierde cuando se acaban las fuerzas y a España la fuerza le abandonó el último cuarto de hora. Pero incluso en ese espacio, la Selección tuvo ocasiones para marcar.
Con el trabajo ya hecho, aprovechó Del Bosque para dosificar esfuerzos y dar minutos a quienes no los tuvieron el primer día. Cesc, Mata y Arbeloa entraron por Xavi, Torres y Ramos y los dos primeros participaron activamente, con el descaro que les permite su calidad.
Se cerró el encuentro entre ocasiones de España y estériles amagos de Honduras. Jugó bien la Selección, que mereció más goles. Pero pese a todo lo contado, España todavía no ha hecho nada, porque el tropiezo del primer día contra Suiza le obliga a jugarse el pase a octavos contra la auténtica Roja, la Roja de Chile.
Mundial Sudafrica 2010: España gana con su estilo de juego
Reviewed by wilynoel
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6/21/2010 04:59:00 p. m.
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