España vuelve a ser feliz en Viena
El amistoso contra la débil Austria sólo quedará en el recuerdo de la estadística y poco más. Sirvió para que España se reafirmara en su idea, en esa filosofía con la que está elevando el fútbol a categoría de arte, aunque el pobre nivel de los austriacos no permita extraer demasiadas conclusiones válidas y obliga a reprimir los elogios, a emplear la mesura en el análisis. La Selección terminó convirtiendo el encuentro en un rondo, con los austriacos persiguiendo el balón y los españoles moviéndolo de un lado a otro. Sucedió en la primera parte, se acentuó después de la excesiva expulsión del austriaco Pehlivan y fue exagerado en el segundo tiempo. Incluso andando España 'bailó' a Austria, que se comportó como el perfecto anfitrión y trató con cortesía y educación extremas a los españoles, que no tuvieron ninguna dificultad para golear.
El seleccionador, Vicente del Bosque, aprovechó el compromiso para repartir minutos y hacer pruebas, de jugadores y hasta de sistema, que pasó del 4-1-4-1 inicial, la táctica que mejor se adapta a la Selección, a un flexible 4-4-2 después del descanso. Del Bosque cambió la cara al equipo con cinco sustituciones, pero lejos de perder presencia, España acentuó su dominio y acabó por abrumar a los austriacos, desbordados por la superioridad técnica y táctica de España.
Disfrutó Austria de su momento de gloria a los siete minutos, cuando un disparo de Jantscher golpeó en Sergio Ramos y superó a Casillas. España había salido despistada, dormida, con una falta de tensión inhabitual. Los austriacos lo aprovecharon y por un momento se creyeron capaces de superar a los campeones de Europa. La ilusión les duró tres minutos, lo que tardaron en asociarse Silva y Cesc para construir una acción maravillosa que finalizó el centrocampista del Arsenal después de un espectacular pase del canario.
España ya había puesto las cosas en su sitio y de ahí al final se dedicó a dejar clara su superioridad y a despejar las posibles dudas que pudieran haber surgido en ese inicio dubitativo. No volvió a dar opción a Austria, que bastante tuvo con limitar los daños.
A los 20 minutos. Iniesta bajó el balón con el pecho, levantó la cabeza, vio la maniobra de desmarque de Villa, le dio un pase entre los defensas austriacos y el delantero asturiano firmó el segundo de la Selección. Otra jugada de manual.
Hasta ahí hubo partido, algo de discusión, que se acabó seis minutos después, cuando el árbitro alemán Florian Meyer expulsó de forma exagerada a Pehlivan por hacer una entrada a Busquets, que bien podría haberse solucionado con una tarjeta amarilla. Con la expulsión, se acabó el encuentro, Austria dejó de arriesgar y se preocupó más por cerrar los espacios que por intentar hacer daño a España, que convirtió el resto del choque en un plácido viaje sólo alterado por tres goles más.
El tercero de la Selección lo firmó también Villa, que ganó la espalda a Dragovic y aprovechó un pase maravilloso de Silva, otra vez Silva, para con delicadeza, con un toque sutil, meter el balón por debajo del portero.
En el descanso Del Bosque efectuó los cinco cambios antes mencionados y la Selección se situó en un 4-4-2, flexible, nada rígido. La prueba fue satisfactoria. Reina salió por Casillas, Güiza por Iniesta, Negredo por Villa, Pablo Hernández por Xavi y Navas por Silva.
Los nuevos trataron de aprovechar su momento y elevaron la voz para que Del Bosque les escuchara. En su intento de que el seleccionador les abra las puertas del once, a nadie se escuchó más que a Jesús Navas, Pablo Hernández y Güiza. Éste le 'robó' la cartera al inocente Fuchs para hacer el cuarto y sin tiempo para celebrarlo Pablo Hernández cerró la cuenta con el quinto.
Pudo llegar el sexto cerca del final, cuando Ramos combinó de tacón con Güiza y el remate de éste acabó en el poste. No hubo mucho más que reseñar, salvo la entrada de Iraola por Busquets, que mandó a Ramos al centro de la defensa y sacó a Marchena hasta la posición de mediocentro. Tan débil fue Austria, que la circulación del balón de España no se resintió con el valencianista en ese puesto.
Lo peor llegó en la última jugada del partido, con la lesión de Albiol cuando trataba de cortar un avance de Hoffer.
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