Los bombos para el sorteo del Mundial ya están perfilados

España, actual campeona de Europa, será una de las ocho cabezas de serie en el sorteo de la fase final del Mundial 2010. La anfitriona, Sudáfrica, junto a Brasil, Italia, Alemania, Argentina, Inglaterra y Francia completan una lista que debe ser confirmada y ratificada por el Comité Ejecutivo de la FIFA.

Ya se conocen las 32 selecciones clasificadas para la fase final del Mundial de Sudáfrica, después de que la propia Francia, Portugal, Uruguay, Argelia, Eslovenia y Grecia lograran en la noche del miércoles las últimas seis plazas para Sudáfrica.

El sorteo de la fase final se celebrará en Ciudad del Cabo, el 4 de diciembre. La víspera se reunirá el Comité Ejecutivo de la FIFA en Robben Island, la isla en la que Nelson Mandela pasó 18 de los 27 años que permaneció encerrado por culpa del apartheid.

El quid de la cuestión en lo referente al sorteo, que aún podría variar de aquí a dos semanas, está en el resto de bombos más que en el de los cabezas de serie. Joseph Blatter, como siempre, apuesta por seguir un criterio geográfico. De ahí que el segundo estará compuesto por las ocho restantes selecciones europeas, con Holanda y Portugal a la cabeza.

Con Uruguay clasificado para el Mundial, el reparto de los dos últimos grupos para el sorteo se aclara. Lo lógico es que Paraguay, Chile y Uruguay acompañen a los cinco restantes africanos, quedando para el cuarto y último grupo los asiáticos, los oceánicos y los representantes de Centroamérica.

Aunque es poco probable, la FIFA podría cambiar de bombo a las selecciones sudamericanas por las centroamericanas, pero se arriesga a complicar algunos grupos

Aquí podría producirse aún alguna variación, poco probable, que pasaría por intercambiar a los sudamericanos con los centroamericanos, pero la FIFA correría el riesgo de que se formara algún grupo realmente potente a las primeras de cambio.

Puestos a ponerse en el peor de los casos, un sorteo complicado para los intereses de España sería con Holanda o Portugal, Costa de Marfil y Estados Unidos. Y uno benévolo, con Eslovaquia, Argelia y Nueva Zelanda. La solución pasa por Ciudad del Cabo.