Benedicto XVI celebra su primera misa en Jerusalén
Benedicto XVI visitó sitios sagrados en Jerusalén. |
Jerusalén, (Agencias).- El papa Benedicto XVI rechazó ayer “toda violencia” y “venganza” desde Jerusalén, ciudad emblemática para las tres religiones monoteístas, durante la primera misa al aire libre que celebró en Israel.
“Jerusalén debe ser un lugar en que los prejuicios, la ignorancia y los miedos que la alimentan, deber ser derrotados por la honestidad, el derecho y la búsqueda de paz. Dentro de sus murallas no debe haber lugar para la violencia, la cortedad de espíritu, la opresión y la venganza”, clamó el Papa durante su homilía.
Lugares sagrados
El Sumo Pontífice había antes realizado una visita especial a los sitios sagrados de judíos, musulmanes y cristianos. Al pie del Monte de los Olivos, donde según el Nuevo Testamento Jesús oró asaltado por la angustia y la tristeza la última noche, antes de ser crucificado, el Papa mencionó los “sufrimientos”, las frustraciones”, “las pruebas padecidas debido a los conflictos” en la región.
El Papa llamó a judíos, cristianos y musulmanes a “promover la cultura de la reconciliación y la paz, sin perder la esperanza por la lentitud con que se avanza, ni por el peso de los recuerdos del pasado”. La segunda jornada de la visita del Papa a Israel se ensombreció por la lluvia de críticas de la prensa israelí que considera demasiado “fría” la condena del Holocausto nazi emitida por el Papa a su llegada el lunes tras meses de polémicas por la rehabilitación de un obispo integrista que niega la existencia de las cámaras de gas en las que murieron millones de judíos.
Desmentido
El portavoz del Vaticano, el sacerdote Federico Lombardi, se vio obligado inclusive a desmentir oficialmente que el Papa haya formado parte de la Juventud Hitleriana. El jefe de la Iglesia Católica tuvo que atender también otro frente, con los musulmanes, recelosos tras sus declaraciones de 2006 en las que vinculaba la violencia con ese culto.
En la mañana, tras visitar la mezquita de la Cúpula de la Roca, en la espectacular Explanada de las Mezquitas y tercer lugar sagrado del Islam, Benedicto XVI se pronunció de nuevo a favor de la reconciliación y el diálogo interreligioso. “Este lugar sagrado ofrece el estímulo a los hombres y mujeres de buena voluntad para comprometerse a superar las incomprensiones y los conflictos del pasado e iniciar el camino del diálogo sincero”, afirmó.
“Pido humildemente al Todopoderoso que les traiga la paz y bendiga a las poblaciones amadas de esta región”, afirmó frente al muftí Mohamad Husein, la máxima autoridad palestina de Jerusalén.
Descalzo
Ante el Sumo Pontífice, que se descalzó para entrar a la mezquita cumpliendo la tradición, el jurisconsulto palestino solicitó “un mayor compromiso del Papa para poner fin a la agresión israelí contra los palestinos”. El religioso denunció la situación que padecen palestinos, tanto cristianos como musulmanes, a los que se le impide llegar a los Lugares Santos para orar en la Explanada de las Mezquitas o ante el Santo Sepulcro de Jesús. “Un derecho que Israel les niega”, afirmó.
Las actividades papales se desarrollaron en medio de un imponente dispositivo de seguridad israelí. Las calles de la Ciudad Vieja, ocupada por Israel en 1967 y luego anexada al Estado hebreo, estaban desiertas debido a los controles.
Muro de los Lamentos
En un automóvil blindado, el Papa se trasladó al Muro de las Lamentaciones, el sitio más sagrado del judaísmo, donde cumplió la tradición de colocar un mensaje entre sus piedras. En el mensaje, escrito en latín, el pontífice habla de su visita a Jerusalén, “La ciudad de la paz” y pide “al Dios de Abraham, de Isaac y Jacob que envíe paz a Tierra Santa, a Medio Oriente”.
Poco después, frente a la Gran Sinagoga de Jerusalén, a poco kilómetros, y dirigiéndose a los mayores líderes religiosos de Israel, el pontífice se comprometió “irrevocablemente” a obrar por la reconciliación con los judíos.
Frente a los dos gran rabinos, Yoma Metzer y Shlomo Amar, el Papa confirmó la declaración “Nostra Aetate”, decidida al término del Concilio Vaticano II en 1964, en la que se anulaba la acusación de deicidas a los judíos.
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