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| • ASAMBLEA AUTONÓMICA • Los asambleístas se reunieron por última vez el 1 de abril para aprobar una enmienda al estatuto. | | La región ha logrado gestar un tipo de autonomía que, sin descuidar sus reivindicaciones de tipo regional, extiende fuertes nexos con el nivel central.Abdel Padilla Puede decirse que la noche del martes 1 de abril, Tarija ha allanado el camino a la aprobación —por la vía del referéndum— de su futuro estatuto autonómico, el documento constitucional que pretende regir la vida de los chapacos de las seis provincias y 11 municipios del departamento y que, en realidad, ya fue aprobado antes por la Asamblea Provisional Autonómica. Ese día, los más de 70 miembros de dicha Asamblea se volvieron a reunir para salvar el último escollo interno de cara a la consulta popular del 22 de junio: el reclamo por parte de la región del Chaco, Yacuiba en particular, sobre el tipo de elección de los ejecutivos seccionales, que en la nueva estructura política del departamento ocuparán el puesto que hoy tienen los subprefectos. Finalmente, ante la presión chaqueña, la Asamblea definió —enmienda mediante— que dicha elección sea por voto directo y popular y no a través de la “selección” por parte del prefecto de uno de los dos candidatos más votados, como antes se intentó. Los aplausos y abrazos al final de la sesión, muchos de ellos dirigidos al prefecto Mario Cossío, fueron la más clara muestra de que había razones para celebrar. No era poco lo que se lograba: más allá de la enmienda misma, se resolvía —por lo menos por el momento— uno de los entuertos políticos de incierta definición del proceso, que comenzó hace más de un año y medio: hacer que el Chaco participe y se pronuncie a favor no sólo de la consulta sino del proyecto autonómico en marcha. Esto no sólo alejó al fantasma de la división sino que consolidó un discurso homogéneo respecto al mencionado proyecto, por lo menos hasta el 22 de junio, día del referéndum. ¿Cómo se lo logró? En lo operativo, legitimando ante la población —especialmente capitalina— el discurso de una mayor descentralización, contraponiendo para ello los escollos político-administrativos —para los líderes locales causa primera del retraso de la región— con los beneficios de un esquema en el que Tarija “puede decidir sobre su futuro”. “Es un estado de cosas que ya no se puede soportar, por ejemplo, para modificar un presupuesto ya aprobado por una ley nacional hay que volver al Ministerio de Hacienda, lo mismo para aprobar un pliego de especificaciones técnicas para una licitación”, ejemplifica el Prefecto. En lo político, que parece ser la apuesta mayor de la región, se pretende que más allá del conflicto político que vive el país —o luego de que éste se resuelva— que el proyecto tarijeño se convierta en “un modelo que pueda equilibrar (la propuesta del Gobierno con los otros estatutos) y así constituir una Bolivia autonómica”, afirma Cossío. El equilibrio al que se refiere la principal autoridad departamental tiene necesariamente que ver con las diferencias respecto a otras propuestas, en particular la cruceña. “Hay diferencias —dice Cossío—, en especial en lo que se refiere a las competencias: no se hace tanto énfasis en el tema de la tierra como en Santa Cruz, y, por otro lado, se reconoce la facultad del Estado nacional para definir la política de su uso de los recursos naturales. Por otro lado, se gestiona un modelo con dos vías de participación: una, en la que la gente participa en la gestión, a través de los comités seccionales que acompañan el trabajo del ejecutivo, al que fiscaliza y controla, y la otra, la audiencia de transparencia, donde las autoridades rinden cuentas públicamente”. A esto suma la inclusión del tema indígena, al grado de abrir la posibilidad de establecer autonomías indígenas en el territorio, dejando a éstas la potestad de optar por esta condición. “Los indígenas tienen territorio y un gobierno propio, les falta competencias y recursos, con este modelo accederán a ellas”, sentencia el Prefecto. “No es una jugada política, sino de construcción de Estado”, añade Mauricio Lea Plaza, secretario general de la Prefectura. Sin embargo, no todo es color rosa en Tarija, especialmente considerando que la aplicación del proyecto es todo un proceso. Por ejemplo, ya han surgido voces discordantes respecto a un posible “choque” de competencias entre los niveles intermedios y el municipal. Por otro lado, también se ha cuestionado la gran cantidad de recursos destinados a los ejecutivos seccionales —hoy subprefectos—, lo que podría convertirse en una arma de doble filo. Ya lo ha adelantado el secretario ejecutivo de la Federación de Campesinos de Tarija, Luis Alfaro: “Las cosas van a cambiar muy pronto porque las provincias pedirán la transferencia directa de los recursos, ya hay un proyecto de ley para ello”. A ello se suma la decisión del Chaco de iniciar un proceso gradual de autonomía, una autonomía esta vez de tipo provincial. Autonomía, pide el Chaco Después de mucho tiempo, es muy probable que el Chaco celebre el 15 de abril. Por lo menos así lo entiende el diputado de esta región por la agrupación Poder Democrático y Social (Podemos) Willman Cardozo, que luego de la enmienda aprobada por la Asamblea Autonómica cree que su tierra ha dado un salto histórico para convertirse en una región autónoma. “La Prefectura quería un estatuto centralista, que reproduzca los vicios del centralismo nacional, hemos revertido esa situación, y cuando sesione la Asamblea Regional, las provincias, todas, van a poder ser autónomas”, dice el legislador chaqueño. El propio prefecto Mario Cossío ha admitido que “si hay una provincia que va en crecimiento es precisamente Gran Chaco, por lo que puede construir un liderazgo claro dentro del departamento“. |
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